El muro que no parará a los migrantes en su viaje a EEUU
Jairo lleva solo una sudadera para protegerse del frío en el Estado de Hidalgo, en el centro de México. Esta noche, Jairo y sus amigos podrán encontrar posada y comida en la Casa del Migrante de Atitalaquia. Mañana arrancarán otra vez su camino en el techo de La Bestia, el tren de carga que los migrantes centroamericanos usan para cruzar México camino a EEUU.
Jairo tiene los pies cansados y unas zapatillas sin cordones. Es de etnia garífuna, un grupo afrodescendiente asentado en la costa caribeña de Honduras. El joven salió de su aldea de pescadores, San Juan Dugurubuti, pa- ra buscar suerte en EEUU y para no arriesgarse a estar en la mis- ma situación que muchos jóvenes en su país: amenazado de muerte por las maras u obligado a trabajar para ellas. Cuando lo encontramos, Jairo era optimista y confiaba en poder cumplir su sueño americano.El Gobierno estadounidense acaba de abrir un concurso público para recoger propuestas para la construcción del muro, que tendrá una altura de 9,1 metros. Además, deberá cumplir ciertos requisitos de estética y antiescalamiento, y ser resistentes a alteraciones y daños. Las 470 compañías que participan tendrán hasta el 20 de marzo para presentar sus ideas, que se- rán seleccionadas por el Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
No frenará la migración
Entre las cementeras interesadas en suministrar el material para detener el paso a los centroamericanos está, paradójicamente, la mexicana Cemex, y el gigante franco-suizo Lafarge-Holcim, la empresa más grande en este sector.
Jairo no cree que el muro vaya a detener las migraciones desde los países de Latinoamérica, porque la situación de violencia y pobreza de la región seguirá siendo un motivo para migrar.
Marco Castillo, coordinador de la Asamblea Popular de Familias Migrantes (APOFAM), está de acuerdo con él. «Es probable que el muro intimide y frene los flujos migratorios, pero no los parará», asegura. «Quienes decidan migrar, lo harán con un riesgo aún mayor», advierte.
Los polleros –traficantes de personas que, tras el pago de una cifra comprendida entre los 2.000 y 4.000 dólares (dependiendo del lugar de salida), «ayudan» a los latinos a pasar la frontera– no ven en la construcción del muro un problema, sino una oportunidad para aumentar las tarifas.
«Si Trump aumenta la seguridad, lo único que ocurrirá es que cobraremos más; el precio por cruzar la frontera será ma- yor por el riesgo que acarreará; aparte de que serán más caros los sobornos a las autoridades, tendremos que pagarles más a la Policía y a la migra», estima un pollero entrevistado por el diario mexicano “La Jornada”.
Cruzar México es la parte más peligrosa del viaje para los migrantes centroamericanos. Pueden ser robados, violados y, en algunos casos, asesinados por organizaciones criminales o por la Policía mexicana. De acuerdo con la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), en 2015 las autoridades mexicanas fueron responsables del 40% de los crímenes cometidos en contra de los migrantes.
Desde la puesta en marcha del Plan Frontera Sur, un programa apoyado por Obama en 2014 para que México militarizara su territorio con el objetivo de parar los flujos migratorios, ha habido un incremento considerable de las deportaciones.
«Antes del Plan Frontera Sur, los derechos de los migrantes centroamericanos eran violados enormemente; ahora ya no padecen tanto», alegó hace unas semanas el secretario de Gober- nación mexicano Miguel Ángel Osorio Chong. Según datos oficiales, en 2016 los delitos en contra de los migrantes aumentaron con respeto a años pasados, con picos en el Estado de Tabasco del 900%.
Otro reto en el viaje
Una vez atravesado el territorio mexicano, los migrantes cen- troamericanos se enfrentan a otro gran obstáculo, la frontera entre México y EEUU, que representa una barrera también para los mexicanos que quieren migrar al norte. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en los 40 primeros días de este año 37 personas fallecieron en esta frontera; casi una por día. Murieron de deshidratación o de
hipotermia al cruzar el desierto que divide a los dos países, o ahogadas en el Río Bravo. Con toda seguridad, el muro fronterizo que Trump planea construir empeorará esta crisis humanitaria, a pesar de que, en palabras del presidente, permitirá de salvar vidas y mejorar las relaciones bilaterales a niveles «nunca alcanzados».
La construcción de la barrera es una cuestión de «seguridad nacional» para el inquilino de la Casa Blanca que –en el intento por detener el tránsito de la droga y de los migrantes latinoamericanos a quienes tilda de «narcotraficantes y violadores»– está dispuesto a gastar del presupuesto público una cifra comprendida entre los 12.000 millones de dólares (según Trump) y los 21.000 millones de dólares (según el Departamento de Seguridad Nacional) para edificar una obra que necesitaría unos 40.000 trabajadores anuales para ser completada en cuatro años. El secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, John Kelly, dijo que la construcción se podría iniciar en unos meses y debería de estar terminada en dos años.
Trump pretende que los costes corran a cargo de México, una idea que, no hace mucho tiempo, muchos en México consideraban tan absurda que sonreían al escucharla. Sin embargo, según una reciente encuesta del “Universal”, el 54% de la población mexicana cree que, al final, México pagará el muro.
En realidad, ya existe una barrera metálica entre ambos países. Fue construida en la década de los 90, durante la Administración de Bill Clinton. Actualmente cubre alrededor de la tercera parte de los más de 3.000 kilómetros de frontera entre los dos países.
«No hay ningún indicio de que el muro haya funcionado. No responde al supuesto objetivo de detener a los terroristas. Además, no existe evidencia alguna de amenaza de terrorismo internacional en la frontera sur. Y si hablamos de poner fin a los negocios del crimen organizado, todos los indicios que tenemos apuntan a que el muro y la militarización de la frontera no han hecho absolutamente nada en contra de esto», subraya Laura Carlsen, analista política del Center Of International Policy.
Una barrera muy cara
«Cualquier persona se arriesgaría a ser tiroteada por agentes de migración antes de ver morir de hambre a sus hijos. Si no se solucionan las causas que generan los flujos migratorios -todo apunta a que las propuestas de Trump las van a agravar–, seguirá habiendo migraciones».
Según cifras oficiales, la barrera tuvo un coste de 2.300 millones de dólares y requiere de 49 millones anuales para su mantenimiento. Tiene un sistema de circuito cerrado con visión nocturna, térmica, sensores de movimiento y también drones. La línea está vigilada las 24 horas del día por agentes de la Border Patrol, que durante el Gobierno de Barack Obama fueron duplicados, alcanzando las 42.000 unidades, y que Trump ya aumentó en 5.000 efectivos.
Los altos costes y las dificultades orográficas del territorio fronterizo hicieron desistir a otros presidentes de su idea de construir un muro de hormigón a lo largo de toda la frontera meridional del país.
El presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, sostiene que no hay que pedir al Congreso autorización para la construcción del muro, pues ya la obtuvieron hace diez años. En cualquier ca- so, los republicanos, para aprobar el financiamiento de la obra en el Senado, requieren del apoyo demócrata, y hasta ahora no lo tienen.
Críticas a Peña Nieto
Entre la población mexicana, las medidas racistas de Trump están despertando una indignación par a las críticas a la gestión que el Gobierno latinoamericano está haciendo de la crisis. Es difícil imaginar que la Administración mexicana, que tiene una aprobación popular de 12%, tenga la fuerza para enfrentar el descaro de Trump.
El presidente Enrique Peña Nieto, que durante la campaña electoral invitó Trump a México, causando una indignación general, aboga por gestionar las relaciones bilaterales a través del diálogo, sin mostrar confrontación ni sumisión.
La voluntad de Peña de privilegiar el diálogo ha sido tan manifiesta que ni siquiera ha aprovechado las invitaciones hechas por algunos presidentes latinoamericanos, en el marco de la V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), para consensuar una postura en común a nivel regional en defensa de los migrantes.
Entrevistado por la revista mexicana “Proceso”, el ex secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Ernesto Samper, ha calificado de «excesivamente cautelosa» la posición mexicana, advirtiendo de que «si uno adopta una posición débil en la mesa de negociaciones, Estados Unidos se lo come vivo, porque en eso son expertos».
Artículo publicado en El Gara el 12.03.2017.