“La guerra contra las drogas está hecha para que el narcotráfico persista”: Marta Ruíz
No se puede garantizar la paz si el paradigma es la guerra en contra de las drogas. Lo asegura Marta Ruíz, excomisionada de la Comisión de la Verdad de Colombia, entrevistada por Desinformémonos en el foro internacional Construcción de Paz en México, que se llevó a cabo este 25 de octubre en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
“La guerra en contra de las drogas es el mejor negocio de los narcotraficantes: en la medida en que es más riesgoso, el precio de la droga sube porque cuesta más producirla y transportarla. Es una guerra hecha para que el narcotráfico persista”, dice Marta Ruíz. De acuerdo con la excomisionada, la paz se construye a nivel local, reforzando el tejido social a través de la organización: “la paz se pacta arriba y el conflicto luego se recicla en el territorio, en dinámicas locales”.
Los datos que Guillermo Trejo de la Universidad de Notre Dame presentó durante el foro Construcción de Paz en México le dan la razón: en el país, entre 80 y 90 por ciento de los ataques a candidatos políticos, defensores de derechos humanos, periodistas y sacerdotes se dan en contra de personas que trabajan a nivel municipal, y han aumentado de forma exponencial tras la militarización impulsada por el gobierno federal a partir de 2006.
De acuerdo con el académico, históricamente existe una “zona gris” donde se yuxtaponen el Estado y las organizaciones criminales, dando forma a estructuras criminales integradas por sicarios, empresarios, policías, agentes del Ministerio Público y políticos. A partir de la “política de decapitación” de estas estructuras criminales impulsada por Felipe Calderón, en la “zona gris” se formaron unos 200 grupos delincuenciales que tienen conflictos profundos entre sí. Este espacio se ha vuelto entonces más complejo y resulta más difícil entender cuál es el sujeto, la estructura criminal con la que se podría entablar una negociación.
¿Sería ético negociar con los criminales, sentarse a una mesa con ellos?, se le pregunta a Marta Ruíz. “Sí es ético. En Colombia las negociaciones se dieron entre enemigos que han hecho cosas horripilantes e imperdonables. Pero hay que tomar en cuenta que, si estos grupos criminales tienen mucho poder y legitimidad, difícilmente se van a sentar a negociar”, contesta la excomisionada colombiana. “Creo que en México se podrían hacer negociaciones a pesar de los altos niveles de violencia que existen, se podría llegar a treguas y pactos puntuales como se hizo en Colombia y El Salvador. El problema es que estos acuerdos locales no disminuyen realmente el poder del crimen organizado; lo que haría falta en un proceso de negociación es una estrategia integral y de largo plazo”.
Durante la ponencia que presentó en el foro Construcción de Paz en México, el académico y consultor internacional Luis Jorge Garay destacó que en países como México y Colombia hay agentes poderosos de la ilegalidad enquistados en el poder. “Se ha construido una institucionalidad extractivista que busca repartir las rentas a favor de las élites que tienen un poder fáctico. Este rentismo abre la posibilidad de la ilegalidad, que muchas veces se reproduce a través de la violencia”. Para él, el narcotráfico ahora está manejado por cárteles y mafias que pueden tener origen mexicano, pero su carácter es transnacional. “Cuando hablamos de paz no habría que hacerlo sólo por país, si el problema es transnacional hay que crear cooperación entre sociedades”, afirmó el académico.
Durante el foro se recordó que analizar el fenómeno a nivel transnacional no implica dejar de mirar el nivel local, de analizar sus dinámicas a través también de enfoques que hace unas pocas décadas no se tomaban en cuenta. Jenny Pears, de la London School of Economics, destacó la importancia que adquirieron las investigaciones sobre los aspectos psicológicos relacionados con la violencia, las que ponen al centro las emociones y los procesos de construcción de memoria.
Es en el nivel local donde la población padece la violencia y, al mismo tiempo, resiste a ella: de acuerdo con Marta Ruíz es allí donde se puede generar el cambio social capaz de erradicar la exclusión social y el cambio cultural necesario a la construcción de paz. Es en los territorios que se dan los procesos organizativos de los pueblos, como la experiencia autonómica y ecologista de Cherán, en Michoacán, y la resistencia al despojo de las comunidades de Guerrero, señalaron los expositores en el foro.