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En Chiapas, militares frenan operativo para entrar en Santa Martha, de donde 138 personas se desplazaron por la violencia

Margarita Velasco Velasco ya no quiere ni comer. Le arde la panza, le duele la cabeza y tiene los pies rasgados por las espinas que pisó en el monte. En la madrugada del sábado antepasado, tras tres días de tiroteos, la mujer tuvo que huir a un cerro con su marido y sus cuatro hijos. Dejaron atrás su casa en el sector Santa Martha, municipio de Chenalhó, Chiapas, que ha sido quemada con todas sus pertenencias por un grupo armado que se quiere adueñar de 22.5 hectáreas de tierra que su familia y otras están cultivando desde hace un par de años.

Fue tras muchas horas de camino que, el domingo antepasado, Margarita se pudo reunir con familias procedentes de distintas comunidades de Santa Martha en un campamento de desplazados que se improvisó en la localidad Majomut, en el colindante municipio de San Juan Chamula. Allí se juntaron 138 personas; entre ellas, hay niñas y niños, dos mujeres embarazadas y algunas enfermas de gravedad. Estuvieron totalmente abandonadas durante cinco días y fue hasta la mañana del viernes que Protección Civil de Chiapas informó haber entregado despensas, colchonetas, agua y pañales a los desplazados. Aseguró que se encuentran albergados con familiares y que se mantiene la posibilidad de activar unos refugios temporales.

Mujeres desplazadas del Sector Santa Martha, Municipio de Chenalhó, a causa de los enfrentamientos que se dieron a partir del 29 de septiembre de 2022. Foto: Orsetta Bellani

“Según mis contactos en Santa Martha, el conflicto que empezó el 29 de septiembre ha cobrado la vida de unas 20 personas y muchas casas fueron quemadas”, dice Reynaldo Pérez, del Frente Indígena Latinoamericano de Chiapas, que está acompañando a las familias refugiadas en Majomut. “También hay personas desplazadas en San Cristóbal de Las Casas y otras siguen desaparecidas en el monte tras el desplazamiento forzado: hay familias que durante la fuga se tuvieron que dividir y perdieron a sus seres queridos”. 

Reynaldo Pérez desmiente además los rumores que llegan de varias partes, y que acusan a los desplazados de ser parte de uno de los grupos armados que operan en Santa Martha. Se trata de un sector del municipio de Chenalhó donde hay presencia de grupos armados a partir de la guerra contrainsurgente que se libró desde 1994 contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Las agrupaciones de hoy no son las mismas que entonces y, de acuerdo con el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), actualmente operan cinco grupos que la población reconoce y nombra por sus vestimentas: les dicen ninjas, exmilicianos, soldados, militares y rambos.

Estos grupos armados mantienen fuertes disputas de tierras con dos municipios colindantes: Aldama y Chalchihuitán, donde a partir de 2017 causaron muertes y el desplazamiento forzado de miles de personas. La población de ambos municipios vive bajo el acoso constante de los balazos de los hombres armados de Santa Martha, que ni los acuerdos que se firmaron en 2020 pudieron apaciguar. Lo que sí hicieron estos convenios fue otorgar tierras a los habitantes de este sector de Chenalhó: el acuerdo de noviembre de 2020 con Aldama les brindó 27.5 hectáreas, el que se firmó el mes anterior los volvió legítimos dueños de 22.5 hectáreas de tierras que anteriormente pertenecían a Emiliano Zapata, en el municipio de Chalchihuitán. 

Según afirman las familias desplazadas, es por el reparto de estas tierras que se recrudecieron las tensiones internas entre los grupos de Santa Martha. “Llevamos años cultivando las 22.5 hectáreas que eran de Emiliano Zapata y que ahora nos corresponden, pero el comisariado y los agentes de bienes comunales se organizaron para sacarnos a balazos y quitarnos el terreno”, dice Vicente Gómez Velasco. 

El campesino ya había tenido que desplazarse por la violencia el 25 de junio pasado, junto con unos 100 hombres más. Luego se abrieron unas mesas de negociación que permitieron su retorno, hasta que la semana pasada escuchó a unos hombres decir en el radio que iban a quemar su casa y asesinar a quienes allí se encontraban. Decidió entonces meterse otra vez al monte, ahora con toda su familia y otras 25 personas. Huyeron hasta llegar al campamento de desplazados, desde donde piden que el gobierno pacifique Santa Martha y desarme a los grupos armados que allí operan.

El convoy militar se detiene en la comunidad de Belisario Domínguez, instantes antes de decidir no entrar a Santa Martha y darse vuelta atrás. Foto: Orsetta Bellani

En la mañana del jueves, un convoy integrado por 14 elementos del Ejército, 12 de la Guardia Nacional y 30 policías estatales y municipales salió de la cabecera municipal de Chenalhó para ir a Santa Martha, donde hasta el momento ninguna autoridad ha ingresado. Sin embargo, a la altura de la comunidad Belisario Domínguez, el convoy hizo marcha atrás.

“Ya allá está tranquilo, ya no hay ningún problema, la gente que se desplazó en estos días regresó a sus viviendas”, dijo el jueves a la prensa Jesús Jiménez Velasco, comisariado ejidal de Santa Martha, antes de subirse al convoy militar. En realidad, ni los soldados todavía se atreven a entrar a la zona.

Artículo publicado en Animal Político el 8.10.2022

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