Festival Ocote: la nueva generación del cine chiapaneco con identidad propia de lucha y denuncia
Orsetta Bellani, Animal Político (Foto: O.B.)
Liliana Ka’n se acercó a las artes cuando era adolescente y fue años después que eligió el audiovisual como forma para expresarse. Gabriela Domínguez Ruvalcaba agarró por primera vez una videocámara cuando era niña y Ana Ts’uyeb sintió el deseo de hacer un documental tras ver una película sobre la masacre de Acteal, comunidad tzotzil cercana a la suya.
Las tres cineastas son exponentes de la “nueva ola de cine chiapaneco” y sus documentales viajaron por los festivales de medio mundo antes de regresar, esta semana, a su lugar de origen: los Altos de Chiapas. Allí fueron presentados en la sexta edición del Festival Ocote, que se llevó a cabo en San Cristóbal de Las Casas entre el 4 y el 10 de octubre.

Foto: Orsetta Bellani
El Festival Ocote
Ocote es un espacio pensado para el cine de Chiapas en Chiapas. “Aquí las películas no se enfrentan: se acompañan, se miran, se escuchan, se potencian”, se lee en la página del festival, que no otorga premios, pues no tiene el afán de que las cintas compitan.
Su sexta edición fue un gran éxito: una semana de salas llenas, conversatorios y proyecciones. Se presentaron 40 producciones cinematográficas -no sólo chiapanecas- y un día entero fue dedicado a la programación para las infancias.
“Ocote ha sido testigo de la transformación que ha tenido el cinema en los últimos años en Chiapas. Creo que antes había una cierta tendencia a copiar lo que se hace en el centro de México, mientras que este nuevo cine chiapaneco explora una identidad propia”, dice Medhin Tewolde, cineasta y coordinadora de programación en Ocote.
“Es muy emocionante ver como muchas personas de otros lugares de México ven a Chiapas ahora. Creo que proyectos de formación y exhibición como Ocote, Ambulante y el Foro Cultural Kinoki de San Cristóbal de Las Casas favorecieron esta posibilidad”, dice Gabriela Domínguez Ruvalcaba, que hace unos diez años, cuando del centro del México regresó a Chiapas, quedó impactada al descubrir que había personas que estaban empezando a documentar sus entornos, sus historias personales, y a través de ellas lograban tocar temas trascendentales.
Foto: Orsetta Bellani
La nueva generación del cine chiapaneco
De acuerdo con Medhin Tewolde, históricamente los festivales han marginado a muchos tipos de cine y las películas chiapanecas difícilmente entraban a estos lugares. Recientemente, los documentales de estas realizadoras irrumpieron en espacios lejanos y prestigiosos: Li cham (Morí) de Ana Ts’uyeb y Formas de atravesar el territorio de Gabriela Domínguez Ruvalcaba ganaron, entre los demás, premios en el Festival de Morelia 2024, Vientre de luna de Liliana Ka’n fue nominada al Ariel 2025 y Mamá de Xun Sero ha sido presentada en más de 60 festivales, donde obtuvo 20 premios.
“Estamos pasando de ser representadas a representarnos”, dijo la cineasta tzotzil María Sojob durante un conversatorio de Ocote. La nueva generación del cine chiapaneco asegura que ha sido ella en abrir la brecha que están caminando y piensan que fue el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a crear las condiciones para que, años después, tomaran la iniciativa de agarrar una cámara en sus manos.
“El zapatismo aborda el arte como herramienta para narrar y visibilizar lo que pasa en nuestro contexto, y nos invita a usar las nuevas tecnologías”, dice Ana Ts’uyeb. “Mis papás pertenecían a la organización zapatista y desde pequeña me hablaban del sistema opresor, del racismo y de otras formas de violencia”.
Para las y los realizadores de esta nueva generación, el cinema es una herramienta de lucha y denuncia, pero no lo hacen con un lenguaje militante, sino a través de narraciones poéticas e intimas. Sus documentales hablan de sus familias y de las comunidades tzotziles de las que la mayoría son originarios: muestran paisajes lentos de montañas rodeadas de neblina y hablan de la dureza de la vida, sobre todo para las mujeres: el parto, la maternidad y la discriminación que las mujeres viven en sus propias comunidades son los temas más explorados. No hay espacio para la romantización en estas películas que quieren exponer y romper estructuras coloniales.
“Creo que las personas que hacemos cine y somos tzotziles estamos expresando contundentemente que amamos nuestra cultura y que al mismo tiempo queremos hacer cambios sobre las situaciones que no nos han permitido vivir tranquilamente”, dice Xun Sero.
Liliana Ka’n no esconde que en su comunidad, en el municipio de Chamula, ha sido criticada por lo que muestra en su película. “Creo que el cine tiene la capacidad de detonar e inclusive hacernos repensar cosas, creo tiene mucho poder el lenguaje cinematográfico”, dice la cineasta.
Artículo publicado en Animal Político el 11 de octubre de 2025.