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El Tren Maya atrae a soldados, no turistas, a Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo

Orsetta Bellani, Animal Político (Foto: O.B.)

Los atletas de Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo, ya no tienen donde entrenar: desde hace meses la Secretaría de Marina (Semar) se ha instalado en la cancha de la unidad deportiva Chan Santa Cruz, mientras cerca de allí, en el predio llamado Expo Maya, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) construye unidades habitacionales militares y recientemente remodeló el museo histórico de la ciudad en el parque central.

La presencia militar en el municipio de Felipe Carrillo Puerto no se limita a la cabecera: en la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, la Sedena construye el megaproyecto turístico Puerta al Mar y se multiplican los bancos de extracción de material pétreo que la dependencia explota para sus obras.

Militares patrullando la avenida principal del pueblo. Foto: Orsetta Bellani

Sólo este año, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) autorizó al Ejército abrir once nuevas grandes “sascaberas” —excavaciones a cielo abierto para extraer sascab, un material proveniente de la piedra caliza del subsuelo—, en el municipio.

En Felipe Carrillo Puerto operan dos estaciones del Tren Maya. Una se ubica dentro del Aeropuerto Internacional de Tulum, administrado por el Ejército. En su recinto se encuentra un hotel gestionado por la misma Sedena y la base aérea militar no. 20. Además, en cada salida del pueblo hay cuarteles de la Guardia Nacional y para la construcción del ferrocarril se instaló un campamento militar, que nunca se levantó.

Consecuencias del Tren Maya en Felipe Carrillo Puerto

La estación del Tren Maya de Felipe Carrillo Puerto luce vacía y en las calles del pueblo no hay turistas. Hasta ahora, a este poblado maya del centro de Quintana Roo el ferrocarril no ha traído visitantes ni desarrollo, sino soldados.

En marzo de 2022, unos meses después de que el Batallón de Seguridad Turística empezó a patrullar las playas del Caribe mexicano, la Sedena llegó a Felipe Carrillo Puerto para construir el aeropuerto de Tulum y el Tren Maya, y ya no se fue.

Foto: Orsetta Bellani

En los años siguientes las obras de la Sedena se multiplicaron y una vez que entraron en funciones, los militares se quedaron: empezaron a patrullar las avenidas principales, a sobrevolar el pueblo en helicóptero y se volvió cotidiano encontrarlos armados en las tiendas, en las gasolineras o en el parque central. Las cámaras llenaron las esquinas y los altos mandos se volvieron vecinos. La vigilancia hacia la población empezó a ser constante, con implicaciones en su vida cotidiana y en los derechos humanos.

“Hay casos de chavas acosadas y chavos golpeados por elementos de la Guardia Nacional. Las niñeces y las juventudes ya no crecen de la misma forma”, dice la carrilloportense Wilma Esquivel Pat, quien forma parte del Congreso Nacional Indígena.

La irrupción militar se expande

La organización civil Cohesión Comunitaria e Innovación Social A.C. (CCIS) alerta que en Felipe Carrillo Puerto —como en los municipios de Calakmul y Othon P. Blanco— se está desarrollando un proceso que llama “irrupción militar”, que puede darse también en otros territorios donde la Sedena construye sus obras civiles.

En su investigación ¿A qué vinieron?, Militares en contexto de megaproyectos y sus implicaciones para la vida cotidiana y los Derechos Humanos, CCIS define la “irrupción militar” como algo que va más allá de la militarización (que supone la delegación de funciones de seguridad pública a las fuerzas armadas) y consiste en la vigilancia de las personas y de la naturaleza, no por interés de seguridad nacional, sino como parte de una estrategia comercial de corporativización e integración militar.

“Con corporativización militar entendemos la estrategia de holding que consistió primero en conformar, por separado, empresas de participación estatal mayoritaria adscritas a la Sedena y que luego se fusionaron en GAFSACOMM, ahora llamado Grupo Mundo Maya”, explica Suhayla Bazbaz Kuri, directora de CCIS.

“Cuando hablamos de integración militar nos referimos a la concentración y acaparamiento de los eslabones de una cadena de suministro: ahora puedes comprar tu boleto con Grupo Mundo Maya, volar con ellos, aterrizar en su aeropuerto, dormir en su hotel e ir a su parque turístico”. Es en el marco de esta estrategia comercial, señala Bazbaz Kuri, que se da la irrupción militar.

Felipe Carrillo Puerto tiene una posición estratégica

Buena parte de los habitantes de Felipe Carrillo Puerto normalizaron la irrupción militar en su territorio, pero también hay voces críticas. Doscientas cincuenta familias de ejidatarios, por ejemplo, rechazan la presencia de los uniformados, sobre todo a partir del conflicto que se generó con la Sedena tras la ocupación de la Expo Maya, en noviembre de 2024, donde la dependencia construye departamentos para militares.

Departamentos para militares en la Expo Maya de Carrillo Puerto. Foto: Orsetta Bellani

Los ejidatarios consultados no tienen claro cuál es el interés del Ejército en este municipio, que ya había sido militarizado durante la Guerra de Castas, cuando fue cuna de la resistencia maya.

De acuerdo con Ángel Sulub Santos, del Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on, Felipe Carrillo Puerto tiene una posición estratégica para el control militar y económico de la Península de Yucatán. “Siempre decimos que aquí estamos cerca de todo, de Cancún, Chetumal, Mérida, de Valladolid, y ahora cerca de la Puerta del Mar y del aeropuerto de Tulum, que es una base militar”, dice Sulub Santos.

Turismo masivo e inseguridad

El gobierno suele justificar la presencia militar con el combate a la inseguridad, que en Felipe Carrillo Puerto ha crecido exponencialmente, aunque es baja en comparación con el promedio nacional. Por ejemplo, las denuncias de desaparición, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, pasaron de 1 en 2015 a 7 en 2024.

Las justificaciones dadas por el Poder Ejecutivo federal para el despliegue de las fuerzas armadas en México no corresponden con la realidad en los territorios irrumpidos”, afirma el CCIS en la investigación ya citada.

Por otro lado, el Centro Comunitario U kúuchil k Ch’i’ibalo’on afirma que la inseguridad es impulsada justo por el turismo masivo que el Tren Maya pretende potenciar. Como ejemplo, la evolución de la incidencia delictiva en municipios caribeños que en la última década incrementaron significativamente el flujo de visitantes, aun antes de la obra. En Solidaridad, cuya cabecera es Playa del Carmen, los homicidios dolosos pasaron de 20 en 2015 a 76 en 2024; en el mismo periodo, en Tulum aumentaron de 9 a 62.

La Fiscalía General del Estado en Carrillo Puerto. Foto: Orsetta Bellani

En su artículo ¿Por qué los destinos turísticos son atractivos para la delincuencia transnacional? El caso de la Riviera Maya, Elisa Norio, de la George Mason University, afirma que los altos flujos económicos existentes en Quintana Roo agilizan el blanqueamiento de dinero. Norio escribe que, además, los prófugos de la justicia pueden considerar el Caribe mexicano como un lugar atractivo porque existe una gran rotación de turistas, trabajadores y empresarios que garantiza un alto nivel de anonimato. De acuerdo con las autoridades mexicanas, en 2019 en Quintana Roo existían células criminales que tenían vínculos con 10 organizaciones criminales transnacionales.

Resistencia cultural

Marcelo Jiménez, artista y ex director del museo histórico de Felipe Carrillo Puerto, prefiere no asistir al espacio tras la remodelación que hizo el Ejército, porque alguien le dijo que lloraría si viera cómo quedó.

Jiménez se enteró de que la Sedena iba a realizar las obras alrededor del 20 de septiembre de 2023, cuando en una reunión los militares le informaron sobre el proyecto de rehabilitación, previsto por el megaproyecto turístico Puerta al Mar. Le dijeron que tenía poco más de un mes para retirar las piezas expuestas, que en parte le pertenecían.

Con ellas, el artista decidió instalar una galería en el patio de su casa, inspirándose en la iniciativa de una conocida que inauguró un museo autónomo en su comunidad. “Estos espacios representan una forma de resistencia cultural para nosotros como mayas, de la misma forma que preparar nuestra comida tradicional, organizar nuestras fiestas y ceremonias o hablar nuestro idioma”, dice Marcelo Jiménez.

“Como mayas no tenemos concepto de museo, pero sí de cómo deberíamos transmitir nuestra memoria histórica. Es con base en este criterio que en su momento construimos el museo en el parque central de Felipe Carrillo Puerto, y tuvimos un reconocimiento justo por eso”, dice el artista.

Tras la remodelación de la Sedena, el espacio se volvió ajeno: un museo con el que ya no se sienten representados en la comunidad.

Artículo publicado en Animal Político el 17.09.2025.

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