La vida despúes de la guerrilla
Marta y su novio decidieron no tener hijos, pues pensaron que un niño acabaría sufriendo criándose en la guerrilla. La mujer se integró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuando era adolescente, tras una infancia transcurrida entre un barrio muy pobre de Bogotá y el campo, donde padeció la persecución de los grupos paramilitares que controlaban la zona.
“Los jefes de las FARC nos dan posibilidad de estudio, un día el camarada Jorge me propuso estudiar medicina o odontología”, recuerda Marta. “Decidí por el segundo porque en este tiempo habían pocos dentistas en la guerrilla. Ahora llevo 18 años trabajando como odontóloga en las FARC”.
Encontramos a Marta a mediado de septiembre en los Llanos del Yarí, una sábana de atardeceres maravillosos que se encuentra en el Departamento del Meta, en el sur de Colombia. Allí fue enviada como delegada a la X Conferencia Nacional Guerrillera, donde las FARC ratificaron los acuerdos de paz alcanzado con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y decidieron convertirse en un partido político.
Sin embargo, el plebiscito popular convocado para el 2 de octubre rechazó los acuerdos firmados el 26 de septiembre. Una noticia que cayó como un balde de agua fría en una buena parte de la población colombiana – las instituciones, los medios, los movimientos sociales, las organizaciones de la sociedad civil y las mismas FARC – que daba por sentado que el Sí hubiera triunfado en el plebiscito.
El 30 de noviembre, el Congreso colombiano votó a favor de un nuevo acuerdo alcanzado por las FARC y el gobierno colombiano, seis semanas después de que el pueblo rechazara el plebiscito. El nuevo acuerdo incorpora algunos cambios, entre ellos, las FARC acordaron entregar una lista de sus activos que se utilizarán para el fondo de reparación material a las víctimas, y se restringió la reforma agraria a la normatividad vigente para ofrecer mayores protecciones a terratenientes. Estructuralmente, sólo las partes del nuevo acuerdo que implican el derecho internacional serían incorporadas a la Constitución.
Los miembros del congreso que se opusieron al proceso y a la votación alegaron que no hubo tiempo suficiente para revisar los cambios y se abstuvieron. La ultraderecha representada por el partido Centro Democrático (cuyo líder es el ex presidente Álvaro Uribe), sigue criticando los acuerdos de paz, a pesar de que incorporen muchas de las instancias de los promotores del NO en el plebiscito del 2 de octubre.
Tras la firma del nuevo acuerdo, las y los guerrilleros se desplazarán en las 23 zonas de concentración previstas, donde pasarán seis meses, para entregar paulatinamente sus armas y prepararse a la integración en la vida civil.
Una vez salida de la zona de concentración, Marta sueña con abrir una clínica en las áreas rurales de Colombia. Ledis, presa política de la Unidad Gabriel Galbis de las FARC que recibió un permiso especial para participar como delegada en la X Conferencia Nacional Guerrillera, comparte su mismo sueño, aunque sabe que antes de trabajar en la clínica tendría que terminar sus estudios, interrumpidos el día en que el ejército entró en la universidad para detenerla.
“Mis camaradas me mandaron a estudiar odontología en la Universidad. Yo iba de civil para que nadie se enterara de que era guerrillera. Pero un desertor me reconoció y me entregó. En el juicio me acusaron de rebelión, homicidio, secuestro y me condenaron a 60 años. No nos sentencian por haber cometido algún delito, sino por lo que somos, por ser revolucionarios”, cuenta Ledis, cuyos ojos se prendieron cuando le preguntamos que iba a pasar tras la ratificación de los acuerdos de paz en el plebiscito.
“Nos dijeron que todos los prisioneros políticos iremos a la calle”, afirmó casi conmovida. “Una vez libre pienso estudiar odontología, quiero terminar el curso que ya lo tengo arto avanzado y estar a disposición del partido que creeremos, nos va a tocar trabajar mucho, sobre todo en las zonas rurales”.
Artículo publicado en el Programa de las Américas el 8.12.16